A los interesados en prehistoria, que todos ya sabemos se protagoniza fundamentalmente en el pleistoceno, también ha de interesarles comprender bien todo lo relacionado con las glaciaciones, su impacto biológico y el rol del hombre en ese escenario, pues es el clima lo que cambia la ecología, dirige la evolución de las especies y provoca sus cambios culturales. Entender la prehistoria es saber contextualizarla bien con sus glaciaciones. Este hilo (de dos post) intentará ayudar a desmembrar un poco más la maraña conceptual que lo rodea —lo del oxígeno lo enteréis en la segunda entrega.
Cuando se habla de evolución humana, hay varios aspectos claves fundamentales para organizar el conocimiento de la prehistoria. Por un lado, hace falta conocer bien los «estadios evolutivos», grosso modo, de nuestra evolución biológica y también cultural. Puede divirse ésta en cuatro épocas, partiendo de una población de una especie ancestra tanto de los chimpancés como de nosotros:
Es en el pleistoceno donde centraremos este hilo, y en concreto, como sabemos lo que sabemos acerca de las glaciaciones, y cuántas hay, además de saber cómo se nombran. En un futuro artículo —ya veré si pongo nombre a una serie—, veremos detalladamente como estos cambios climáticos pudieron afectar a la evolución biológica y cultural del hombre.
Nos situamos a finales del siglo XVIII y principios del XIX. La visión de la evolución del hombre era bastante sencilla. Dios creó la Tierra hace unos 6.000 años. Hace unos 3.000 hubo un diluvio universal. Durante ese intervalo, hubo varios episodios catastróficos, donde todas las especies eran aniquiladas y la geología de la Tierra se modificaba brúscamente. Así se explicaban, por un lado, los distintos sistemas montañosos y las grandes variaciones de la geología del planeta. A su vez, explicaba por qué en los estratos geológicos había distintas faunas. Antes del diluvio, después de un último episodio catastrófico, el hombre creo al hombre junto a una nueva fauna. Después del diluvio, Dios creó la fauna actual. Los nuevos pobladores supervivientes del diluvio habían olvidado el uso del hierro, y así se explicaba el por qué se habían encontrado herramientas de piedra (las llamadas ceraunias).
Un elemento clave en la aparición del concepto de las glaciaciones viene de unos bloques de pierda, llamados erráticos, porque la composición y los materiales que formaban a dichos bloques enormes de piedra no coincidían con la geología del medio donde se habían encontrado. Se suponían que eran bloques traidos de otros lugares por las aguas del último diluvio.
Pero junto a otros muchos detalles, relacionados con diversos fenómenos observados en los alpes y otros conjuntos montañosos con glaciares, se empezó a defender el origen de dichos bloques erráticos como traídos por grandes masas de hielo, en épocas de la tierra más frías que la actual, donde dichos glaciares eran más extensos. Louis Agassiz fue el científico más importante en la expansión de esta idea. Continuando dichos estudios llegó a saberse que la expansión del hielo fue tal, que los distintos glaciares de los distintos conjuntos montañosos del norte de Europa y América estaban unidos entre sí, dejando a las latitudes altas del planeta totalmente congeladas.
Del mismo modo que en un acantilado o una montaña pueden observarse capas geológicas, llamadas estratos, en los glaciares también se acumulan distintas capas de hielo, con distintas propiedades que pueden estudiarse independientemente. Así, analizando esas capas pueden diferenciarse épocas con mayor acumulación de hielo, y épocas con menor acumulación, diferenciando distintas épocas más frías, correspondientes a glaciares, y épocas más cálidas, no glaciares, llamadas interglaciares. Hoy sabemos, aunque con mayor incertidumbre a medida que nos alejamos en el tiempo, cuáles han sido los distintos ciclos glaciares que ha protagonizado la tierra desde que comenzó su vida hace unos 4.700 millones de años hasta hoy. Nosotros nos vamos a centrar en las glaciaciones del pleistoceno.
Normalmente, hacer este tipo de estudios en capas glaciares requiere elegir un lugar donde excavar y analizar las distintas capas que vayan apareciendo. Así, para cada época o etapa del ciclo habrá un lugar más adecuada que otro para realizar su estudio, y de esta forma las distintas glaciaciones que conocemos reciben los nombres de los lugares donde han sido estudiados.
Por ejemplo, en centroeuropa tenemos la glaciación Würm (la última del pleistoceno) que corresponde al nombre de un pequeño río que pertenece a la cuenca Alpina. La misma glaciación es llamada Vistula en el norte de europa, y es, a su vez, el río más importante de Polonia. En norteamérica, es llamado Wisconsin, por el estado americano. Existen unos 10 nombres distintos para la misma glaciación según distintos lugares alrededor del globo, y evidentemente, ese «fenómeno global» de glaciación tiene diversas particularidades y cronologías locales, más o menos correspondidas entre sí.
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- Desde que dicha población original se diversificó (una se dirige a chimpancé y otra a nosotros), hace unos 6 millones de años, hasta hace unos 4.5 millones de años. Corresponde a las especies llamadas pre-australopitecinas (orrorin/ardipithecus).
- Época de los australopitecinos. Desde los 4 a los 2.5 millones de años.
- Comienzo de la época de los géneros homo/paranthropus. En ésta época comienza la industria lítica y la dispersión por África y Europa. Desde hace 2.5 millones de años a 200.000.
- Homo sapiens. Desde hace unos 200.000 años. Conflicto sapiens/neanderthalensis en Europa. Poblamiento de ámerica.
- Comienzo del holoceno y neolítico, hace unos 12.000 años. Aparición del sedentarismo y finalmente la civilización. Continúa hasta hoy.
Es en el pleistoceno donde centraremos este hilo, y en concreto, como sabemos lo que sabemos acerca de las glaciaciones, y cuántas hay, además de saber cómo se nombran. En un futuro artículo —ya veré si pongo nombre a una serie—, veremos detalladamente como estos cambios climáticos pudieron afectar a la evolución biológica y cultural del hombre.
Bloques erráticos
Nos situamos a finales del siglo XVIII y principios del XIX. La visión de la evolución del hombre era bastante sencilla. Dios creó la Tierra hace unos 6.000 años. Hace unos 3.000 hubo un diluvio universal. Durante ese intervalo, hubo varios episodios catastróficos, donde todas las especies eran aniquiladas y la geología de la Tierra se modificaba brúscamente. Así se explicaban, por un lado, los distintos sistemas montañosos y las grandes variaciones de la geología del planeta. A su vez, explicaba por qué en los estratos geológicos había distintas faunas. Antes del diluvio, después de un último episodio catastrófico, el hombre creo al hombre junto a una nueva fauna. Después del diluvio, Dios creó la fauna actual. Los nuevos pobladores supervivientes del diluvio habían olvidado el uso del hierro, y así se explicaba el por qué se habían encontrado herramientas de piedra (las llamadas ceraunias).
Un elemento clave en la aparición del concepto de las glaciaciones viene de unos bloques de pierda, llamados erráticos, porque la composición y los materiales que formaban a dichos bloques enormes de piedra no coincidían con la geología del medio donde se habían encontrado. Se suponían que eran bloques traidos de otros lugares por las aguas del último diluvio.
Pero junto a otros muchos detalles, relacionados con diversos fenómenos observados en los alpes y otros conjuntos montañosos con glaciares, se empezó a defender el origen de dichos bloques erráticos como traídos por grandes masas de hielo, en épocas de la tierra más frías que la actual, donde dichos glaciares eran más extensos. Louis Agassiz fue el científico más importante en la expansión de esta idea. Continuando dichos estudios llegó a saberse que la expansión del hielo fue tal, que los distintos glaciares de los distintos conjuntos montañosos del norte de Europa y América estaban unidos entre sí, dejando a las latitudes altas del planeta totalmente congeladas.
Capas de hielo
Del mismo modo que en un acantilado o una montaña pueden observarse capas geológicas, llamadas estratos, en los glaciares también se acumulan distintas capas de hielo, con distintas propiedades que pueden estudiarse independientemente. Así, analizando esas capas pueden diferenciarse épocas con mayor acumulación de hielo, y épocas con menor acumulación, diferenciando distintas épocas más frías, correspondientes a glaciares, y épocas más cálidas, no glaciares, llamadas interglaciares. Hoy sabemos, aunque con mayor incertidumbre a medida que nos alejamos en el tiempo, cuáles han sido los distintos ciclos glaciares que ha protagonizado la tierra desde que comenzó su vida hace unos 4.700 millones de años hasta hoy. Nosotros nos vamos a centrar en las glaciaciones del pleistoceno.
Normalmente, hacer este tipo de estudios en capas glaciares requiere elegir un lugar donde excavar y analizar las distintas capas que vayan apareciendo. Así, para cada época o etapa del ciclo habrá un lugar más adecuada que otro para realizar su estudio, y de esta forma las distintas glaciaciones que conocemos reciben los nombres de los lugares donde han sido estudiados.
Por ejemplo, en centroeuropa tenemos la glaciación Würm (la última del pleistoceno) que corresponde al nombre de un pequeño río que pertenece a la cuenca Alpina. La misma glaciación es llamada Vistula en el norte de europa, y es, a su vez, el río más importante de Polonia. En norteamérica, es llamado Wisconsin, por el estado americano. Existen unos 10 nombres distintos para la misma glaciación según distintos lugares alrededor del globo, y evidentemente, ese «fenómeno global» de glaciación tiene diversas particularidades y cronologías locales, más o menos correspondidas entre sí.